sábado, 17 de mayo de 2014

Teatro: una potente e innovadora herramienta de intervención socioeducativa.


“El teatro nace cuando el ser humano descubre que puede observarse a sí mismo y, a partir de ese descubrimiento, empieza a inventar otras maneras de obrar. Descubre que puede mirarse en el acto de  mirar; mirarse en acción, mirarse en situación. Mirándose, comprende lo que es, descubre lo que no es e imagina lo que puede llegar a ser" Boal (2004).

¿Qué mejor manera de empezar esta entrada que de la mano de las palabras tan certeras? 

Se trata de una definición que nos habla sobre algo que en una entrada anterior ya os comenté: el Teatro del Oprimido. Como ya pudisteis comprobar con la lectura de dicha entrada, profundizar en el teatro como herramienta de intervención de un modo teórico fue algo realmente enriquecedor. Sin embargo, no todo quedó en la teoría, pues durante las dos semanas pasadas se han estado realizando talleres sobre el Teatro del Oprimido, de las cuales, aunque yo no he podido asistir por exceso de número de asistentes, he tenido la suerte de  aprender al ser informada gracias a mis compañeros.



¿Qué he aprendido? 

Sobre todo, me he reafirmado sobre lo que ya comenté y es la gran potencialidad del teatro como una herramienta de intervención social. La lectura de los blogs de mis compañeros de clase y la realización de una entrevista a uno de ellos lo demuestra:

"...además de servirnos para conocer de una forma mucho más dinámica y práctica una de las herramientas que podremos utilizar en nuestra futura vida profesional como educadoras sociales, nos ayudó a relajarnos..."  (Blog: Programas de Acción Sociocultural).

"Innovación porque no es común realizar un taller de teatro. Nuevas dinámicas que me han impactado gratamente. En definitiva, una herramienta más para trabajar con cualquier colectivo porque pienso que las dinámicas son totalmente adaptables a cualquier persona y grupo" (Compañero de clase).

Como podemos comprobar, ellos/as destacan aspectos del teatro como la innovación, la fácil adaptación a todo tipo de colectivos, la posibilidad de intervenir de un modo más práctico y dinámico, la capacidad de relajar... aspectos realmente positivos a la vez que necesarios en la práctica socioeducativa.

En lo que respecta a la realización del taller y dejando un poco de lado el teatro como herramienta de intervención, destacaré lo positivo de iniciativas como la comentada, las cuales son de gran ayuda para nosotros como futuros educadores sociales y nos posibilitan ver de un modo directo la aplicación práctica de la teoría dada en clase. Desde mi punto de vista, es así como realmente se aprende: aplicando la teoría mediante la práctica. Por ello, doy mi enhorabuena a tan brillante idea y aquí os dejo la opinión de algunas de mis compañeras de clase sobre esta iniciativa:

"Es una pena que no hayamos podido realizar un taller de este tipo hasta tercero de carrera, pues nos habría sido de gran ayuda el poder llevarlo a cabo en el primer curso de la titulación, ya que nos ha ayudado a poder conocernos más unos a otros y nos ha permitido dejar de lado el componente teórico de las clases, que tan pesado se nos hace, para poder trabajar el componente práctico, con el que todos hemos disfrutado y pasado una mañana muy amena, divertida y llena de sonrisas" (Blog: Programas de Acción Sociocultural).

Son palabras que reafirman lo ya dicho, además de destacar nuevos aspectos que fomenta el teatro: conocimiento mutuo y diversión.

Por último, os resumiré en unas líneas en qué han consistido estas sesiones sobre el Teatro del Oprimido.


En primer lugar, se realizaron ejercicios de relajación y de creación de un clima favorable para la posterior realización de actividades teatrales.

En segundo lugar, se realizaron actividades que fomentaban aspectos como la creatividad como el "teatro imagen" o la "cámara fotográfica". Así también, se realizaron actividades de representación de escenas que transmitieran sentimientos agradabables y desagradable


En tercer lugar, se aplicó el Teatro del Oprimido. Esto se realizó a través de una actividad en la cual se debía representar una situación que mostrara opresión. Esto dió pié a realizar una actividad posterior en la cual cada uno expresaba de un modo escenificado los sentimientos que le había suscitado el papel desempeñado en la escinificación posterior: opresor, oprimido o espectador. 

















Brenda Sáez Serrano.

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